Este es, sin duda, un desafío fuera de serie, fuera del pensamiento estratégico lineal, fuera de los encuadres tradicionales de cambio y mejora escolar. Una transformación de la naturaleza que necesitamos pensar de manera divergente y creativa, inspirarnos en el escenario pedagógico y, más allá de él, conectar los esfuerzos de transformación escolar profunda con los fenómenos y lenguajes de la cultura contemporánea.
Fundamentación
Vivimos tiempos interesantes, tiempos de cambios y transformaciones profundas en prácticamente todas las esferas de nuestra vida. La educación, por supuesto, no es ajena a estas transformaciones. Algunos de estos cambios se imponen y, simple -o complejamente- suceden en las escuelas. Otros se diseñan, se conciben e implementan con un profundo sentido de superación y transformación del paradigma escolar y educativo heredado.
Son estos cambios, las transformaciones deliberadamente diseñadas, las que nos interesan en DETE Escuela. Más aún, la experiencia DETE Escuela se propone formar a los líderes de estas transformaciones y acompañarlos en la aventura de rediseñar, concebir e inventar las experiencias escolares del siglo XXI.

Las escuelas del siglo XXI no pueden ser pensadas en serie: serán únicas y singulares. Se trata de refundar el espacio escolar como un tiempo de encuentro intelectualmente desafiante y emocionalmente convocante para las nuevas generaciones y para los maestros y profesores, una nueva cultura del ser y del saber.
Diseñar estas experiencias escolares fuera de serie demanda nuevos modelos de liderazgo directivo. Los directores somos, en este sentido, los diseñadores, creadores y productores de nuevos formatos escolares que se manifiestan en nuevos modos de pensar, vivir y contar la historia de hacer escuela. Pero lo interesante, lo enriquecedor y valioso de este tiempo histórico que vivimos, es que no tenemos que hacerlo en soledad.
Hoy más que nunca las redes y las conexiones nos permiten recuperar la importancia de la inteligencia colectiva que potencia nuestro saber y nuestro hacer.
El proceso de re-diseñar las experiencias escolares debe ser vivido y construido en un doble escenario íntimamente interconectado: el escenario de la institución escolar y el escenario de la colaboración con otras instituciones que transitan el desafío del cambio educativo profundo, tanto a nivel local como global.

Como lo explica Pierre Lévy[1], lejos de fusionar las inteligencias individuales, la inteligencia colectiva es un proceso de crecimiento, de diferenciación y de reactivación mutua de las singularidades. Los elementos básicos que constituyen la inteligencia colectiva en el contexto de la sociedad del conocimiento son: su carácter distribuido, su coordinación en tiempo real y su capacidad para movilizar las competencias, donde el propósito es el reconocimiento y el enriquecimiento mutuo de las personas, así como percibir el conocimiento como una realidad distribuida en la que todo el mundo tiene algo que aportar.
[1] Pierre Levy (2004) La Inteligencia Colectiva. Por una antropología del ciberespacio. Publicado por la Organización Mundial de la Salud. Disponible en: https://goo.gl/niDnUJ
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