
Que en 2025, las mujeres argentinas sean las inversoras más activas de América Latina pareciera ser una conquista para un sector tradicionalmente sesgado de la economía y educación financiera. Sin embargo, evidencia un crecimiento que marca como punto de inicio recién el año pasado. Aunque lideran el ranking entre sus pares de género, el nivel de desconocimiento en la materia duplica al de los hombres y las distancias crecen aún más si se analizan los montos invertidos. Especialistas lo vinculan con el rol de cuidadoras que ejercen en sus familias y la brecha salarial.
En el último año el porcentaje de usuarias argentinas de criptomonedas creció tres puntos, alcanzando el 31%, lo que implica que el 69% restante son hombres. Las cifras responden a estudios publicados por Bitso, plataforma online de intercambio de criptomonedas, y Ualá, una fintech que ofrece diversas opciones de inversión a través de su aplicación.
“La alta inflación y la inestabilidad económica en Argentina nos han empujado históricamente a buscar formas alternativas de resguardar valor. Por otro lado, hay una mayor conciencia en las mujeres sobre la importancia de su autonomía económica”, introdujo Luciana Ércoli, licenciada en Administración y Gestión de Empresas, especializada en Finanzas corporativas, directora académica de los cursos sobre inversiones en Fundación Flor y docente de la Universidad de San Andrés.
Más de la mitad de las usuarias dieron sus primeros pasos el último año, en gran medida, por el acceso creciente a plataformas de inversión digitales, el aumento de la oferta educativa y un cambio cultural.
“Muchas mujeres están tomando decisiones más activas sobre su dinero, en parte por necesidad y por una búsqueda de independencia financiera. La pandemia también fue un punto de inflexión: generó conciencia sobre la necesidad de planificación financiera”, aclaró
Si bien el protagonismo de las inversoras aumentó 3 puntos de un año al otro, la mayoría aún adopta un perfil conservador al invertir en un 57%, frente al 37% de los hombres. Además, cuatro de cada diez aseguran no tener conocimientos sobre inversiones, un porcentaje que es el doble en contraste al género masculino.
Para Luciana es una elección racional, basada en una realidad: muchas cargan con responsabilidades financieras familiares y menor ingreso disponible. “Esto hace que el ahorro sea en instrumentos con baja volatilidad y lejos de ser un objetivo real de inversión. Esta dificultad para asumir riesgos viene de nuestra propia historia de participación en la economía”, explicó.
Cuatro de cada diez mujeres destinan menos del 10% de sus ingresos, mientras que solo el 12% dispone más del 30%, una proporción inferior a la de los especuladores que alcanzan el 20%. Otra diferencia son las razones: ellas lo hacen por seguridad y para tener un fondo de emergencia, ellos lo ven como una vía hacia la independencia económica a largo plazo.
“Solemos tener un enfoque más orientado a la preservación del capital y a objetivos concretos como educación, vivienda, hijos; mientras que ellos asumen más riesgos en busca de rentabilidad. Esta diferencia está dada fundamentalmente por la brecha existente en la participación económica y en la falta de capacitación. ¡El punto es que existen muchos hombres que tampoco tienen capacitación adecuada e igual se animan! Sienten que ganar nuevamente el dinero invertido a riesgo de perderlo no es una tarea tan difícil como sí lo es para nosotras”, analizó.
La desigualdad de género en las finanzas no es solo local. El Foro Económico Mundial reveló que harán falta 134 años para alcanzar la paridad de género .De las cuatro brechas de género abarcadas por el índice, la de Participación y Oportunidades Económicas está solo cubierta en un 60% por lo que tomará más de un siglo y medio para alcanzar la equivalencia económica.
Cerrar esta distancia podría suponer un aumento del 20% del PBI mundial, determinó una estimación del Banco Mundial. Datos de Linkedin representan que menos de un tercio de los puestos directivos son ocupados por ellas, una suba en la ocupación de roles de liderazgo les permitirían acceder a mejores remuneraciones.
“Los espacios tradicionales de inversión y finanzas están marcados por un lenguaje, dinámicas y referentes masculinos. Eso genera una sensación de exclusión o de que ‘no es nuestro lugar’. Este sesgo también impacta en los algoritmos, en los contenidos que se nos ofrecen y en las oportunidades de networking. Se nos hace muy difícil sentirnos a gusto en ambientes tan masculinos”, fundamentó.
ONU Mujeres y el Banco Mundial, mostraron que entre los 20 y 34 años, las mujeres tienen más probabilidades de ser pobres que los hombres. Mientras que en 2021 el 56% de los que no tenían una cuenta bancaria en todo el mundo respondían al género femenino.
“Que más mujeres inviertan es una excelente noticia, pero no alcanza. Invisibilizar la brecha puede llevarnos a diseñar políticas o productos financieros que no contemplen la realidad de millones de mujeres. La equidad se construye no sólo con acceso, sino también con comprensión, acompañamiento y enfoque estructural”, cerró.
La inclusión financiera real no se mide solo por cuántas mujeres invierten, sino por cuántas pueden hacerlo sin resignar derechos, tiempo o autonomía.